domingo, 24 de julio de 2011

Creepypasta-Evely.

Buenas noches, amigos y amigas. Hoy, les presento esta breve historia de terror, o como se conocen habiatualmente en la red "creepypasta".
La intencion del relato en absoluto es la de asustar, ya que ninguna mente por muy estupida sensible que sea podria sentir miedo con lo que va a leer aqui.
Disfrutenla tanto como yo lo hice escribiendola.

Evely

Hace unos años, un recién graduado en informática decidió crear una cuenta en el videojuego online "World of Warcraft", teniendo como excusa su licenciatura en la universidad y la compra de un pequeño piso en el centro de su ciudad, en el que sólo vivía él. Es bien sabido que, estos juegos online, se caracterizan por tener una comunidad de personas activas, con las cuales puedes interactuar virtualmente. Otra de las características de estos juegos, es la existente "lista de amigos" o "vip list", la cual en un principio está vacía, y puedes ir rellenando con la gente que conozcas dentro del mundo del juego, y saber cuando están conectados.

El joven volvió un día a casa del trabajo, y comenzando por encender la television, inició lo que sería su sesión de tiempo libre aquel día. Más tarde, decidió probar el nuevo juego que acababa de comprar, y fue al cuarto en el que tenía su ordenador de sobremesa, dejando la luz del salón encendida, ya que suponía que dentro de no mucho rato volvería a ver su programa favorito.
Tras instalarlo y crear a su personaje, el hombre entró en el mundo del juego. Vio cosas que le fascinaron desde el principio, pero había una que llamó realmente su atención. En su lista de amigos, se encontraba el nombre de un personaje, aparentemente mujer, que el no conocía, ya que obviamente, acababa de empezar a jugar y no había tenido tiempo de interactuar con nadie. Consciente de que aquello era muy extraño, supuso que se trataría de un error del juego, así que decidió hablar a la desconocida, preguntándole si ella le conocía a él. Tras un par de minutos sin obtener respuesta, el recién licenciado fue a la cocina a por algo de beber, y se dio cuenta de que la luz del salón que estaba seguro de haber dejado encendida, estaba apagada. Él volvió a encenderla, y supuso que habría saltado algún plomo de la casa. Cuando regresó frente a la pantalla, vio que aquella misteriosa desconocida le había contestado. Su mensaje, una corta pero clara frase dejaba claro que el muchacho no se encontraba en una circustancia muy extraña, ya que lo que vio en su monitor del Pc fue un "No, ¿tú a mí?".

El joven contestó a la pregunta, pero pasaron cinco minutos y no obtuvo respuesta. Entonces, fue a la cocina a por algún aperitivo, y descubrió que, nuevamente, la luz del salón estaba apagada. La encendió y regresó al monitor, donde descubrió la respuesta de la mujer. Pasó otra hora, en la que el joven no recibió ningún mensaje en la aparentemente normal conversación, pero aun así, quería más; quería saber quién estaba al otro lado de la pantalla. Frustrado por no recibir respuesta, decidió que ya había jugado mucho esa noche y, estando a punto de marcharse, descubrió que la luz del salón volvía a estar apagada. Tras un rato razonando el asunto, decidió que la mujer le hablaría si él encendía una luz, esperaba un rato, y cuando se apagase, la volviera a encender.
Se le ocurrió que podría encender todas las luces de la casa, así su interlocutora charlaría más con él. Después de hacer esto, y cerrar la puerta de su habitación, aguardó unos breves instantes. Salió al pasillo, y comprobó, que, efectivamente, las luces estaban apagadas. Las encendió y volvió al ordenador, en el cual, la mujer le había contado varias cosas mientras él no estaba. Todas parecían normales (la raza de su personaje, sus ataques...), excepto una que le llamo la atención.

La última frase de ese mensaje decía lo siguiente "Soy Evely, y adoro las almas de los incautos". El joven supuso que aquello no sería nada más que un dato trasfondístico del personaje.
Cuando volvió a salir al pasillo, todas las luces seguían encendidas. Aquello ya le resultó extraño, así que volvió hacia su ordenador, pero cuando estaba a medio camino entre el comedor y su habitación, todas las luces se apagaron de golpe. Temeroso, el recién licenciado comprobó el cuadro eléctrico de la casa, el cual parecía estar en un estado excelente, a pesar de que ningún interruptor de la luz respondía a sus pulsaciones. Cuando regresó a su habitación, encontró el tenue brillo de su monitor encendido, y nada más sentarse ante él, sólo pudo ver que su personaje yacía en el suelo, con los ojos en blanco.

A los pocos minutos, cuando llegó la policía, que había sido alertada por los vecinos al oír extraños ruidos en la casa de al lado, encontraron el cadáver del joven tendido en la silla, con los ojos en blanco y el monitor encendido, el cual, unicamente mostraba una frase; "Soy Evely, y adoro las almas de los incautos".

Por Kelassen.
Correccion ortografica por Sothen(¡gracias!).

lunes, 18 de julio de 2011

Cronicas en La Marca del Este.

Hace no demasiado comenzamos una mini-campaña en un juego de rol, llamado "Aventuras en la Marca del Este(podeis ver su web haciendo click aqui)". Los participantes, Thor Makin(colaborador reciente de este blog con "Retrospectiva: Final Fantasy I), que interpreta a...Thor Makin, un paladin dentro del juego.
El narrador, cuyo seudonimo general es "Arkein" y que esperamos colabore por aqui dentro de no mucho y por ultimo, y menos importante, yo mismo, interpretando a Kenna Bloodraine, una guerrera y escriba de las aventuras que protagonizan estos personajes. Aqui teneis el primer capitulo.

Primera sesion: El paladin, el mago, el clerigo y la guerrera.

Cuando pensé que había dado esquinazo a aquellos tipos, entré en la taberna que hacía esquina en la calle del curtidor con el callejón del "viejo anzuelo", mi estómago hacía horas que rugía, y aprovechando que últimamente mis bolsillos se encontraban a rebosar, decidí satisfacer mi hambre.

La vida en la calles de la ciudad de Robledal no era nada fácil para un chica como Kenna. En ese mismo instante, se encontraba escribiendo estas últimas líneas, iluminada por la tenue luz que desprendía una antorcha que yacía junto a ella.

Nada más abrir la puerta de la posada, no pude evitar fijarme en un apuesto paladín que se encontraba sentado en una silla hablando con un tipo, quien vestía indumentaria de clérigo y parecía tener serios problemas mentales. Me tumbé en un rincón cercano del lugar, ya que aquel hombre inspiraba un aura de bondad y seguridad, exactamente al contrario que el clérigo. Pude escuchar parte de la conversación, meras frases sueltas como "así que me explulsaron porque un no-muerto consiguió vencerme" o "de acuerdo, amigo, únete a mí y te recompensaré". Parecía que el hombre reclutaba mercenarios para algún tipo de encargo del burgomaestre Rey de La Marca. Pasado el rato, y cuando ya estaba servida, nadie parecía estar interesado en sus promesas de oro. Así que, inevitablemente y como llevaba suponiendo un rato que haría, se dirigió hacia mí. Su voz sonaba suave y armoniosa, pero a la vez firme y enérgica.
-¿Puedo ayudaros, paladín?
-Claro buena mujer -yo sólo tenía diecisiete años, lo cual me hizo suponer que aquello se podría interpretar como un signo de respeto-. Busco buenos guerreros para realizar un encargo del Rey -tal y como ya había supuesto- y tu buena constitución me ha llamado la atención. Pareces sana y fuerte, además de tener los pies en la tierra -giró levemente el cuello hacia atrás y señaló a los tipos con los que se había reunido antes- no como ellos...
La oferta me impresionó considerablemente, pero, no había aprendido a usar armas para correr riesgos innecesarios.
-Lo siento, buen hombre, no puedo ayudaros. Demasiado peligro para una "mujer" de mi edad.

Después de escribir estas líneas, las últimas gotas de tinta que le quedaban a Kenna en su pluma se secaron, así que se levantó a por más. Pensó en pedirle la tinta al mago que se encontraba comiendo en el rincón más oscuro de la sala, o al clérigo, pero no le parecieron suficientemente cuerdos. Asi que se dirigió hacia Thor.
-Paladín, ¿os queda algo de tinta en vuestros fardos?
Éste, que se dedicaba a limpiar sus armas de sangre, se giró grácilmente, y se puso en pie.
-Claro, guerrera. Creo recordar que antes de salir me hice con un poco para anotar ciertas cosas que de buen grado el Rey de La Marca habría considerado útiles, pero por lo que veo, vos lo haréis por mí.
Sacó un pequeño frasco sellado con un corcho de una de las muchas bolsas que pendían de su cinturón y se lo tendió.
-Gracias, Makin.

En ese instante, dos forzudos (los cuales parecían hacer de su fuerza una proeza, mostrándose sin camisa) irrumpieron en la taberna, y antes de poder reaccionar uno me agarró por la muñeca e intentó golpearme con una porra de madera. Por suerte, el golpe falló, no generando más que una leve contusión en mi costillar. El paladín, automáticamente, se acercó a los hombres, y con el mango de su espada tumbó a uno instantáneamente, sin causarle una herida mortal. El otro salió corriendo a tal velocidad que el hombre consideró que no querría volver por allí en mucho tiempo.
-He de daros las gracias, amigo. Mi nombre es Kenna Bloodrain.
-Nada has de agradecerme, Kenna, pues mi nombre es Thor Makin, y soy un paladín que actúa por el Rey y los desfavorecidos, servidor de la luz y de las estrellas.
Parecía estar alardeando, pero lo hacía de tal forma que llegué a creérmelo temporalmente.
No estoy segura de si mis próximas palabras fueron emisarias del agradecimiento, de la admiración o de la estupidez.
-Paladín, creo que he reconsiderado vuestra oferta. Aceptaré gustosa seguiros en esta importante misión que os aguarda.
-¡Me congratula escuchar vuestras palabras, Kenna! Partiremos en cuanto reúna a los hombres de buena fe que nos acompañan.
-No os parece que en combate podrían ser un tanto...¿burdos? El hombre que me perseguía era un hombre buscado, y si conseguís hacer que os siga, nos sería muy util.
El Makin pareció enfurecerse al escuchar estas palabras, pero desde la serenidad, como si me estuviese dando una importante lección.
-¡Nunca permitiré que un hombre que no actúa con justicia y cuyos actos sean totalmente honorables blandiese su espada junto a la mía!
En ese momento estuve a punto de añadir que mis actos nunca habían sido demasiado honorables, pero una misteriosa voz en mi cabeza sugirió que aquello no traería nada bueno, más que posiblemente terminaría en la calle y sin mi oro.

Antes de salir de la ciudad, paramos brevemente en un taller de cuero y una pequeña armería, donde adquirimos armas y protecciones para el viaje que nos aguardaba. El paladín trajo consigo una espada para mí, una armadura de cuero (con la cual, al parecer, había sido muy escrupuloso al elegir las medidas adaptadas a mi cuerpo) y un escudo. Nunca sabré cómo él supo que yo estaba acostumbrada al uso de aquellos elementos, pero no es algo que importe realmente.

El viaje hasta la torre fue tranquilo. Los dos hombres que nos acompañaban permanecieron en silencio. Uno de ellos, el cual, por lo que había oído decir, fue un mago que hizo explotar la cabeza de un instructor. Aunque, lo más extraño fue que, portaba una ballesta, y como bien es sabido, los magos no son diestros en este tipo de cosas. El paladín, Thor Makin, se mantuvo concentrado en el camino, elevando ocasionalmente una plegaria a su dios.

Al parecer, el lugar al que nos dirigiamos se encontraba tomado por no muertos que debíamos expulsar del lugar. Nada difícil, al parecer, con tan apuesto paladín entre nosotros. Su decisión es admirable, y no deja de sorprenderme todavía ahora. El lugar era desolador. Una pequeña hoguera en brasas, con restos de huesos recién comidos. Makin se dirigió a la entrada sin vacilar, y en cuanto abrió la puerta, una flecha impactó contra la pared que se encontraba a su espalda, la cual esquivó presto. El pasillo en el que nos encontrábamos medía unos veintiséis metros, y en el fondo, pudimos divisar una barricada, tras y delante de la cual se encontraban unas bestias monstruosas que yo nunca había visto, a excepción de dibujos e ilustraciones. Se hacían llamar Kobolds, y lo único que puedo decir de ellos, debiendo racionar mi tinta, es que eran lagartos que empuñaban armas y se erguían sobre dos gruesas patas. Thor, sin dudar, encabezó la carga sobre los tres hombres lagarto que se encontraban en la primera línea de defensa, cubiertos por un arquero y un clérigo. Sin dudarlo e inspirados por el paladín, tanto el clérigo como yo marchamos junto a el, decididos a ganar la batalla. No estoy segura de lo que pasó a mi alrededor, ya que me preocupe de evitar el aluvión de acero que se cernía sobre mí, causado por un kobold. Tras unos minutos de dar y recibir golpes inocuos, el paladín atravesó al hombre de su contrincante limpiamente, pero éste, velozmente, devolvió el ataque. Ver esto hizo que fallase un golpe, y recibí un contraataque brutal, tanto, que la espada del monstruo que se abalanzaba sobre mí se clavó en mi abdomen. Malherida, caí al suelo, inconsciente. Lo siguiente que recuerdo, es la magia. Al parecer y por lo que Makin me contó, el clérigo consiguió lanzar un hechizo sobre mí que curó parcialmente mis heridas. Fue una sensacion difícil de describir. Noté cómo la herida ardía, y poco tiempo después, estaba cerrada. En cierto modo, me recordó a la famosa regeneración de los trolls que habitan las montañas.
Desde el momento en el que me levanté, el combate terminó con rapidez: el mago consiguió acertar en plena sien del arquero que se encontraba en el otro extremo de la habitación; el paladín rebanó la cabeza del sacerdote Kobold y de uno de sus guerreros. Y el clérigo, que ya se había ganado mi agradecimiento, lo perdió cuando su maza de escapó de sus manos y golpeó mi cabeza, lo cual volvió a dejarme inconsciente. Ahora el paladín fue quien dio uso a su magia sagrada sobre mí, y pudo devolverme al estado en el que me encuentro ahora.

-¡Vamos, Kenna! No perdamos más tiempo y demos cuenta de nuestras espadas a esos malditos renegados de la luz -Kenna aceptó la mano que el guerrero bendito le ofrecía y recogió sus escasas pertenencias en su la mochila-. Algún día has de enseñarme todo lo que escribes, Bloodraine.
-Ni lo sueñes.
Por un momento el paladín pareció desarmado de su enorme carisma. Las mujeres eran famosas en todo el mundo por hacer surgir ese efecto en los hombres.

Por Kelassen.
Corregido ortograficamente por Sothen(¡gracias!).