domingo, 8 de mayo de 2011

Whisky Hotel presenta...

Whisky Hotel presenta
Una obra de Sothen y Kelassen


INTRODUCCIÓN
Cuando el presidente Thompson cruzaba con paso firme el largo pasillo enmoquetado de rojo hacia el Despacho Oval, fue asaltado fortuitamente por su ayudante en la CIA John Beck, quien puso en guardia a sus dos guardaespaldas. Aún con el rictus de sorpresa en su cara, se tranquilizó en cuanto le identificó. Los guardias se adelantaron hasta estar cinco pasos entre ambos, pero se echaron atrás después de que Thompson lo indicase. Sin embargo, ninguno de los tres era consciente de lo que el agente tenía que comunicarle a su superior no solo en su país, sino en el mundo entero:
- ¡Señor presidente, señor presidente! - exclamó exhausto echando todavía aire por la boca y respirando forzosamente.
- ¿Qué sucede?
- Es- exhalando aire a grandes dosis-, sobre el asunto de Turquía.
Si antes estaba sorprendido, ahora Thompson tenía un semblante serio e inexpresivo con tal de ocultar a sus guardias la información que tan secretamente solo los hombres de poder podían tratar en esos momentos. A pesar de que solo había pronunciado una palabra relevante, Turquía, era suficiente para que los dos tipos o no solo ellos, pues, cualquiera que se hubiera escondido o camuflado en la Casa Blanca y tuviese el oído más agudo que el de los lobos habría obtenido un dato vital pero entonces insignificante y sin valor. No obstante, el asunto parecía ser de suma importancia, ya que el presidente buscó por todos los modos aislarse junto al espía para que le informara sobre Turquía. ¿Qué podría estar sucediendo en Turquía que no saliese en los medios de todo el mundo pero que le importara al mandatario del país más poderoso del mundo?
- Muy bien, ahora lo hablaremos.
- Pero señor...
- Ahora lo hablaremos- resolvió de forma tajante-. Sígueme, tras mis hombres.
Beck se colocó al final de la cola y prosiguió hasta acabar el pasillo en una discreta y bien colocada puerta blanca hecha de madera. Uno de los gorilas se adelantó y abrió la puerta, asegurándose de que todo estaba en orden. Una vez abierta y despejada, Thompson anunció:
- Gracias muchachos, ya podéis iros.
- ¿Y Beck, señor?
- Sí, gracias, quería hablar con él personalmente. Podéis marcharos.- Cuando desaparecieron del pasillo, los dos hombres entraron en el tan afamado y prestigioso Despacho Oval para que el tipo de la CIA informara al señor presidente sin que hubiesen más testigos de su testimonio.- Vamos, entra.

Cerró la puerta y se sentó en una silla fuera de su mesa, posicionándose enfrente de él cuando le indicó:
- Por favor, toma asiento.
Beck se sentó en un amplio y confortable sillón de madera de nogal cubierto con un respaldo de tela verde, aunque no tenía nada que ver con el rojo y de madera negra y marrón en la cual se sentaba su superior.
- Bien; quiero que me informes de todo lo que tienes que decirme con todo lujo de detalles y sin irte por las ramas. Ya sé que algo ha sucedido y que eso puede ser un desencadenante de algo todavía más grave, por lo que espero que seas consciente de la situación y no andes con triquiñuelas o sentimentalismos. - Una vez pronunciara este pequeño discurso de forma seria y pausada, el ambiente cobró un aire seco y solemne, que casi machaca al pobre espía pues el botín que traía era cuán delicado si no fatal.
- Me temo, presidente Thompson, que nuestro embajador en Turquía haya sido secuestrado o algo peor. Tras el ataque a aquel barco turco en Mosül, Irak, pensando que el supuesto impostor se encontraba allí, lamento decirle que las autoridades turcas aún esperan una respuesta por su parte para explicar el incidente. Así pues, todo apunta a que algún grupo radical de la zona haya tomado por rehén al embajador Giggs como represalia.
- ¿Y cómo es que nadie se ha percatado de su ausencia?
- Esto se debe a que Giggs había acudido a una reunión con el gobernador de Mosül y autoridades turcas. Sin embargo, nuestros hombres allí nos indican que han perdido su rastro desde hace varias horas y, lo peor de todo, es que los medios de comunicación creen que todavía está parlamentando con ellos.
- ¿Pero por qué se fue hasta Mosül para dialogar?
- No señor, Giggs se había trasladado a Diyarbakir, en la zona kurda del país.
- Joder, ¡si eso está a más de 200 ó300 kilómetros de la capital!
- Ya, pero teníamos que aceptar sus condiciones o los dos países se nos habrían echado encima, si no pone tierra de por medio, señor.
- ¡Si se nos van a echar encima de todos modos, incrédulos! -el presidente estalló en un alarde de nervios y angustia no vistos en él hasta entonces.
- ¿A qué se refiere señor?
- ¿Quién asegura ahora que la embajada esté a salvo de esos moros?
- Pero señor, si los soldados y guardias no se han movido de su sitio.
- ¡No no y no! ¿¡No lo entendéis!?
- ¿El qué señor?
- ¿Tú crees o cualquiera de los que estén allí que las personas más peligrosas de la ciudad o de la zona les vayan a respetar? Ahora no tienen a quién proteger si el embajador está fuera, ¡y encima desaparecido!, por lo que no tardarán mucho en abalanzarse sobre nosotros.

El Despacho Oval se sumió en un profundo silencio mientras ambos personajes meditaban sobre qué proponer y buscar alguna solución al laberinto en el que se infiltrarían y tardarían mucho en salir.
- Creo que lo vital ahora sería encontrar y liberar a Giggs para evitar la toma de la embajada.
- ¿Y qué ocurre con el barco militar turco atacado en el Tigris en Mosül, señor? Todos están esperando a una respuesta suya que lo aclare todo.
- Pues decimos la verdad, Beck: un posible espía y terrorista islámico iba infiltrado en el barco y se dirigía a Bagdad a reunirse con su comando.
- Pero es una mera suposición, señor.
- ¡Me da igual! ¿De verdad crees, Beck, que ahora en Occidente importa si eso era verdad o mentira? ¿Acaso piensas que lo van a descubrir por nosotros? ¿De verdad crees que a esos persas les interesa que fuese un islamista? El caso es que hemos asaltado un barco en su territorio y ahora tienen la mejor excusa para declararnos en cualquier momento la guerra. ¿Y sabes por qué, maldito mandado de la CIA? Porque tú mismo y tus jefes me recomendasteis hace dos días no decir nada al respecto, ¡y mira a dónde hemos llegado!

Después de que el presidente se desahogara, él y el agente escucharon unos rápidos y potentes pasos en el pasillo a través de la puerta cuando ésta, de repente, se abrió y apareció uno de los guardaespaldas de Thompson tras ella:
- ¡Señor presidente! Nuestras fuentes nos informan de que unos insurrectos islamistas han tomado la embajada en Turquía.
- ¿Y qué sucede con el embajador Giggs?
- No hay ningún rastro de él.
- Ya, ¿y han publicado los medios esta noticia?
- No, pero en 10 minutos la cadena CNN lo comunicará como un suceso de último hora a escala mundial.- El guardia permanecía impasivo a la escucha de las órdenes de Thompson.
    • Estévez, localiza al comandante Smith y dile que quiero hablar con él. También encuentra al Relaciones Públicas y ministro de exteriores. Chicos prepararos para la guerra.
      Por Sothen

-Parece que Smith esta bien atado. Si no nos mandaba, se comprometia con los peces
gordos. Y si lo hacia, se arriesgaba a iniciar una guerra-Duncan, un sargento de la decimonovena division de los marines de tierra de los Estados Unidos de America expulso una bocanada de humo proveniente un pitillo en forma de aros-Esta realmente jodido.
-Y, por supuesto, mejor iniciar una guerra.-Respondio un cabo que, junto con Duncan y otros
doce soldados marchaba en la parte trasera de un camion.
El traqueteo de este hacia que su conversacion fuese practicamente inaudible para el resto de los hombres que los acompañaban
-¿Acaso no prefieres una mision de vigilancia en Turquia a que los moros de Irak te esten
venga a dar por saco con bombas y atentados?-Duncan tiro mas de la mitad del cigarro por una pequeña abertura en la lona que cubria el transporte-Mira, es sencillo. Llegamos, encañonamos a los turcos, hacemos un poco de ruido y...
-Y nos dejan en paz, ¿no? Dicen "Oh, cuidado, aqui vienen los chicos duros de America,
ayudemosles y demosles su territorio"-Raynols, quien junto a Duncan meneo la cabeza a izquierda y derecha-no se que leches te habra contado Smith, pero esto se convertira en una guerra. Una guerra abierta, en las calles. Los disturbios empezaran en seguida. Nos veremos obligados a cargarnos a algun civil, seguro que algun listo lo graba y no echan al ejercito turco encima. ¿Y que hacemos?¿Desalojar la embajada que con tanto esfuerzo hemos capturado? ¿Decirle al mundo "eh, venimos a un pais, matamos a sus habitantes y encima queremos quedarnos"?
Ray clavo los ojos en los de su sargento, el cual aparto la mirada rapidamente. Sabia que tenia razon. Sabia que aquella mision era una locura. Capturan a un chupatintas y, asi por las buenas, mas de dos mil personas se movilizan, creando, posiblemente, un conflicto a escala mundial.
-¿Que quieres que te diga? ¿Tienes razon, vete firmando tu carta de fallecimiento?-El cabo
se mordio la lengua, buscando algo que responderle. El problema era que no habia mas. Su sargento unicamente trataba de moralizarle, asi que se encogio de hombros.


El resto de viaje hasta Turquia prosiguio apaciblemente, con el mero incidente de que unos Iraquies les retuvieron, pero los oficiales al mando se encargaron de explicarles amablemente que no tenian tiempo que perder con ellos.


El convoy de siete camiones se detuvo al llegar al perimetro que los marines de la zona habian establecido alrededor de Ankara.
-No se, simplemente digo que tampoco tendria que haberle partido la boca con la culata de su nueve. Con cargar las armas habria bastado.-Raynols no se habia callado desde que
Duncan habia despertado de un sueño muy dificil de conciliar.
Este no respondio. Simplemente bajo del vehiculo y estiro piernas y brazos. A continuacion cogio su rifle, el cual emitio un level "click" al hacer saltar el seguro. Toda precaucion era poca.
-¡Sargentos!¡Sargentos, aqui, joder, aqui!
Un hombre mas bien gordo, se dedicaba a llamar a los superiores recien llegados de la base mas cercana al pais en Irak, con gestos de la mano y gritos que consiguieron su objetivo.

Duncan dejo solo a Raynols por primera vez en mucho tiempo y se dirigio al trote hacie el puesto de operaciones provisional que habian montado con mucho apremio. Este, estaba formado por un pequeño barracon de tela, en cuyo interior no habia mas que un corcho con fotos de varios puntos de la ciudad, un equipo de radio con su ingeniero y los oficiales de la zona.
-Oficial Jim-saludo Duncan, llevandose la mano derecha a la cabeza.
-Bienvenido a Turquia, hijo. ¿Estais informados en lo respectivo a la mision?-respondio el
hombre gordo, sin estar dispuesto a perder tiempo.
-Sabemos que es una tarea de control y vigilancia, nada mas, señor.
-Prisas, esos mandamas de Washington siempre con prisas, haciendoles mover el culo de
aqui para alli, ¿me equivoco?
-En absoluto, señor.-Ambos se quedaron mirando un momento, y, al unisono emitieron unas leves y tristes carcajadas-¿Como esta tu hijo, Jimmy?-El tono de su voz habia cambiado
drasticamente, haciendo entender que se encontraba entre amigos.
-Bien, no le va mal, tu hermana y el acaban de comprar un apartamento a las afueras de New
York. Dios quiera que les vaya mejor que a nosotros.
-Ja, esa mujer me odia desde que me aliste. No hace ni responder a mis cartas-uno de los
oficiales salio de la tienda y realizo un breve gesto de cabeza a su compañero.
-Venga, vamos. Os enseñare en que fregado os han metido los de la casa blanca.


Los siete sargentos enviados a Turquia desde Irak atendian a la explicacion que les daba el oficial al cargo de la operacion, Jim Mc.Treynor. Este, hablaba, señalaba a las fotos, y volvia a hablar.
-Bien caballeros ¿alguna pregunta?-nadie habló-¿seguro?
-Señor...-Duncan levanto la mano timidamente-¿Que consecuencias se esperan de esta
operacion?
El hombre no sabia que contestarle. Incluso el estaba desinformado del asunto.
-Lo unico que puedo responderle, sargento-su voz cambio ligeramente a un tono mas dramatico-es que esten preparados para cualquier cosa.


-¡¿Cual es el plan, señor?!-Charl, un hombre de la escuadra de Duncan se veia obligado a
dirigirse a el a gritos para conseguir transmitirle algo por encima del estruendo de una ametralladora situado junto a ellos.
­-¡Esperad a que los helicoptero destrocen esos nidos!¡Cuando nos aseguren cobertura nos
moveremos hasta el edificio Alfa!-Un disparo alcanzo la esquina del edifico en el que el sargento se ponia a cubierto del fuego que le llegaba desde las ventanas de la embajada de los Estados Unidos en Turquia.-¡Cabron, ha estado cerca!


-Si, señor. Claro. Faltaria mas, señor presidente. Mis hombres sacaran vivo a Giggs antes
de mañana por la tarde. No. Ahora mismo no. Si es necesario enviare otros tres escuadrones. Estamos recapturando la embajada.-El capitan Smith aparto el telefono de su oreja para que los gritos que venian del otro lado de la linea no le molestasen-Claro, señor. No mas de dos dias. Dejelo en manos de mis chicos.
-Que ¿se sabe algo?-El ingeniero de telecomunicaciones que habia hecho posible la llamada
miro a su jefe a los ojos-señor, ese lugar esta a unos 250 kilometros de la capital...
-Me da igual. Lo ha ordenado el presidente en persona. Ire yo mismo a patear el culo de esos turcos si es necesario.
Por Kelassen



CAPÍTULO 1º
I
- (¡Mierda! No me dejan respirar ni un segundo.)
- ¡Señor presidente! Para la NBC, ¿cuál es,en este momento, su previsión de futuro y de las consecuencias que cree que tendrá para el país después de que...?

Posiblemente el presidente Thompson era la única persona en la sala de conferencias que no quería conceder una entrevista a los medios de comunicación y reflexionar por primera vez sobre el fatal error que había cometido hace varios meses. Desde que, debido a una mera suposición, el ejército de EE.UU. derribase de forma no oficial y excusada un presunto carguero talibán bajo bandera turca en el Tigris, toda la prensa y dirigentes internacionales no hicieron más que echarse encima suya uno tras otro. Todos los periódicos se hicieron eco del suceso: EE.UU. y el preludio de una guerra; EE.UU. derriba un carguero turco en Mosül, Irak o EE.UU. en el punto de mira internacional. El hecho de ser el país más poderoso del mundo le suponía también ganarse no pocos rivales por lo que representa hoy en día para el planeta entero; de este modo todos sus actos siempre eran y son vigilados, debatidos y cuestionados para bien o para mal, pero siempre ocupando el gran foco de antención de las noticias que todos los ciudadanos del mundo escuchan en sus radios al despertarse o ven en la televisión.

Volviendo al asunto, Thomson era el centro de las críticas y preguntas asfixiantes a las que se veía sometido. Bebía constantemente de su vaso de agua, se secaba el sudor de su frente para peinarse su flequillo colgante y bebía otra vez agua para no deshidratarse debido a los nervios y al calor de tanto flash que le era disparado. Con levantar la mirada no se veían más que periodistas por todos lados: a la izquierda, a la derecha y en el centro, cada uno con su característica tarjeta y un ayudante al lado para tomar notas y un cámara. Algunos serían más honrados que otros y también los habría pícaros o educados, pero el caso es que todos en conjunto, sin tan siquiera pronunciar palabra, eran ya bastante intimidatorios para el presidente que, incluso no siendo la primera vez, siempre le incomodaban con sus intenciones.

A pesar de poder evadir de forma astuta las más enrevesadas preguntas y las que no tenían nada que ver con el tema o simplemente decir la verdad a su modo de ver, el señor presidente estaba dando una conferencia no como mandatario o desde un punto de vista técnico, pues de entre de sus numerosas facetas destacaba la versatilidad. En esta reunión hablaba como un ciudadano más, culpable del comienzo de una guerra pero que se excusaba de una forma natural y poco forzada, haciéndose ver que sí, era presidente de los Estados Unidos, pero no por ello dejaba de ser un estadounidense más; buscaba el contacto familiar, cercano para no distanciarse mucho de los votantes ni de los medios pero sin resultar comercial.

- A su pregunta, joven, verá lo que tengo que decirle: yo mismo fui quien provocó esta guerra. Algunas personas me aconsejaron bien y mal, me dijeron que pasaría o no según mis opciones a tomar, y el caso es que tomé una que ha vuelto a poner a nuestro país en un serio conflicto. Sobre el futuro, tan solo sé que si un país como Turquía, que no ha provocado ni buscado ningún tipo de conflicto en los últimos años es uno de los principales beligerantes junto a sus vecinos árabes, las relaciones con estos países se estropearán con el paso del tiempo debido a unos grupos selectos de personas que buscan dirigir el mundo a su antojo mediante la violencia. Este es el propósito por el cual creo que debemos participar en un proceso democratizador para con Asia, y si el hecho de hundir un barco pensando que podría ser un paso más en esta meta, o el de la muerte de un noble ciudadano y embajador como víctima de esta cruenta realidad sirven para intentar conseguir este objetivo, no tenga duda de que lo intentaremos hasta el final.
- Disculpe, de la CNN.
- No, discúlpeme a mí caballero, pero me gustaría dar esta rueda de prensa por finalizada.
Cuando pronunció esto Thompson salió raudo y veloz hacia el exterior de la sala mientras todos los periodistas soliviantaban los últimos retoques para mandar sus informes a sus respectivas cadenas o editoriales. Los más formales se mostraban de acuerdo a que el presidente decidiera retirarse; los sensacionalistas nunca se habrían dado por satisfechos ni aunque hubiersen estado allí dos horas más y los cámaras ya estaban deseosos de salir fuera para tomar algo o fumar un cigarrillo. Sin embargo, toda la tensión acumulada sobre el mandatario era ahora expulsada desde en forma de denso sudor a hasta interminables paseos en su despacho entre sus hombres. Había conseguido sobrepasar el muro periodístico, pero debía volver al mundo real: la guerra y los soldados. Tenía que ponerse en contacto con el comandante Smith para seguir con el plan de ataque a las principales ciudades turcas e iraquíes para acabar de una vez por todas con el conflicto, habiendo encontrado o no a algún sospechoso islámico o talibán como era el objetivo inicial.

- Buen discurso, señor. Creo que así les mantendrá satisfechos y callados por un buen rato a los reporteros.
- Ya, pero no por ello tendré que dejar de hablar.
- Disculpe, señor.
- Tranquilo, al menos tú no tienes la culpa. ¿Habéis localizado a Smith?
- Sí, señor, pero contactó con nosotros cuando usted estaba en pleno discurso. Podemos probar a llamarle.
- Pues háganlo, y más bien rápido.
- Sí, señor.
Thompson estaba fatigado y era presa de los nervios, quienes le obligaron a sentarse en el sillón más cercano del que dispuso. Tumbado confortablemente en su asiento, decidió reposar durante un corto período de tiempo y dormir. Ya había cerrado los ojos y se deslizaba lenta y suavemente cuando, como era de esperar, el mismo guardaespaldas de hace unos pocos minutos le despertó para avisarle:
- Señor, Smith está al otro lado.- Thompson se recobró y somnoliento cogió el teléfono.
- ¿Estás ahí, Smith?
- Señor, tengo noticias para usted. Tenemos toda Turquía occidental bajo nuestro mando después de que algunos países europeas nos apoyasen.
- ¿Algo más?
- Bueno, no ha sido tan fácil como especulamos y...
- Mire Smith, esta guerra no tendría que haber empezado nunca, así que no me importa si de Turquía se lleva todo, nada, dos zorras baratas o una copa de petróleo. ¡Me da igual! Solo quiero que acabe la guerra cuanto antes: estabilize la capital, ponga a Irak en un aprieto y se larga. ¿Me ha entendido?
- Sí, señor.
- Ya me informará sobre cuáles serán sus intenciones, y por cierto, gracias por comunicarse.
- Por supuesto, señor. A usted... - el presidente había colgado antes de que pudiese tan siquiera devolverle el elogio.

Tras acabar la conversación el teléfono volvió a manos del guardia, quien, una vez con éste en sus manos, le comunicó a su superior:
- Señor, me gustaría recordarle que en dos días recibe al primer ministro británico para hablar del conflicto.
- Sí sí sí, que muy bien. Ya me hablará de eso mañana, que no estoy para trotes.
Consciente de que quizá no había sido el momento más oportuno para repasarle la agenda a su jefe, el vigía decidió abandonar la sala para que éste pudiera descansar de la tan ardua batalla que le había disputado a los medios.

Por Sothen

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